"El silbo del dale"
Nueve veces dale, hasta llenar el cartel.
Nueve veces, pero una vez en rojo y en el centro. Será sufieciente, tal vez, para que este poema de repetición alcance la cadencia perfecta de una secuencia matemática.
"Umbrío por la pena"
La fotografía de una pared escrita con un poema sobre la pena. Un poema sombrío. Arañado sobre la pared gris. Escrito con la punta de una navaja que arranca la pintura y deja ver el yeso blanco del alma. De la pena que no calla, como el perro fiel e inoportuno.
"Elegía a Ramón Sijé"
Una mancha roja, letras que se agolpan en el ojo como las palabras en la garganta. Sin poder leerse, sin poder pronunciarse. Una mancha formada por las tres palabras más emocionantes de esta elegía por el amigo muerto "Compañero del alma". Apenas la tilde de compañero flota sobre el nudo rojo, como rastro legible de ese dolor tipográfico, de toda esta tinta agolpada en el centro del cartel.
"Las desiertas abarcas"
Este cartel es un cinco incompleto. El poema trata inútilmente de completarlo, de escribir, con sus propios versos, lo que le falta al cinco. Pero es inútil porque de nada le sirve al cinco ser un número de la buena suerte, remitir a la víspera del día de Reyes o tener un brazalete dorado con la onomástica del poeta si está vacío como las abarcas.
"Tristes guerras"
Dos ojos tristes y una triste boca.
Como las lágrimas de este poema escrito, casi, con una sola palabra. Repetida en todas sus estrofas y que sirve para dibujar los rasgos de un rostro cualquiera. Porque la tristeza es común a todos los hombres, a todas las guerras y a todas las armas.
"Menos tu vientre todo es confuso"
Este vientre no es confuso ni fugaz. Es triangular y concreto. Habita en el centro de la superficie verjurada del papel sobre el que la vieja máquina de escribir facturas ha dibujado el triángulo central de este poema de amor.
"Nanas de la cebolla"
Las cebollas hacen llorar. Como hace llorar este poema a quien lo lee y este cartel a quien, mirándolo, recuerda al padre escribiendo al hijo desde la cárcel. Como llora la tinta sobre el papel al expandirse, mezclada con las lágrimas. Tratando de salir de esta estrecha cárcel de apenas cincuenta por setenta centímetros. De apenas cuarenta años.
"El pez viejo del río"
El pez más grande del río no necesita sacar la cabeza fuera del agua para respirar. El pez del cartel respira por la Zeta y necesita ponerse de pie para llenar el espacio y compensar la cola vacía con su cabeza llena de sabiduría tipográfica.
"Canción última"
Hola, somos del CEIP Eugenio López, de Cee (A Coruña). Grupo de 6º a. Estamos utilizando estos estupendos materiales en nuestras clases.
ResponderEliminarGracias. Somos 28 alumnos y alumnas.
xcanizo@edu.xunta.es
Saludos, nos alegramos mucho de que os sean de utilidad y disfrutéis con ellos.
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