lunes, 23 de abril de 2018

Día Mundial del libro 2018


El 23 de abril es un día simbólico para la literatura mundial ya que ese día se celebra el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. La elección de esta fecha se debe a que el 23 de abril de 1616 fallecieron Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega. La fecha también coincide con el nacimiento o la muerte de otros autores prominentes como Maurice Druon, Haldor K.Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo.

Por ello, la Conferencia General de la UNESCO, celebrada en París en 1995, decidió rendir un homenaje universal a los libros y autores en esta fecha, alentando a todos, y en particular a los jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y a valorar las irremplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad. Respecto a este tema, la UNESCO creó el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, así como el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil Pro de la Tolerancia.

Cada año, la UNESCO y las tres organizaciones profesionales internacionales del mundo del libro (la Unión Internacional de Editores, la Federación Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias) eligen una capital mundial del libro cuyo mandato empieza cada 23 de abril.


El comité de selección eligió Atenas, capital de Grecia, en reconocimiento de la calidad de sus programas de apoyo al sector del libro, que han facilitado el acceso a los libros al conjunto de la población y, especialmente, a los migrantes y los refugiados.






«El libro constituye el punto de encuentro de las libertades humanas más importantes, entre las que destacan en primer lugar la libertad de expresión y la libertad de edición. Se trata de libertades frágiles». — Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO



En España, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha difundido el cartel oficial. La imagen está basada en el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, galardonado con el Premio Cervantes 2017, y ha sido creado por Alfredo, Premio Nacional de Ilustración 2017.





En Andalucía, la Consejería de Cultura dedica este 23 de abril al poeta cordobés Pablo García Baena, designado como autor del año por “su profunda renovación en la lírica andaluza a partir de su propia tradición poética en la que el barroco dialoga con la modernidad. Fue fundador del grupo “Cántico”, que dio sus primeros pasos hace setenta años, estableciendo un claro vínculo con la Generación del 27 y, muy especialmente, con Luis Cernuda”.





El Centro Andaluz de las Letras ha editado la antología “Un navío cargado de palomas y especias” que recoge 40 poemas de sus nueve libros publicados.

Está disponible en formato digital y puede descargarse gratuitamente.



El Manifiesto a favor de la Lectura 2018 está elaborado por la poeta Juana Castro y bajo el titulo El vicio más rentable, elogia el placer de la lectura y describe los beneficios de leer un libro.



El vicio más rentable


En mi casa, no es que no hubiera libros, es que no había ningún libro. Ni fascículos, ni periódicos, ni novelas por entregas. Nada, ni una estantería. Por eso, la primera vez que tuve un libro en las manos fue como si poseyera el mundo. Se llamaba Letras y era todo él un festival. Libro misceláneo, con ilustraciones, que incluía cuentos, fábulas, poemas, canciones, y que combinaba diferentes tipos de letras: de la manuscrita a la cursiva y de la caligráfica a la inglesa. De la bastardilla a la gótica y a la redonda recargada, de títulos y mayúsculas curvilíneas que talmente parecían bordadas.

Mi madre consideraba el estudio como una dedicación absoluta. Leer libros que no fuesen los reglados era perder el tiempo, y el tiempo pertenecía totalmente al objetivo único de estudiar. Por eso, el día que descubrí la palabra mágica la utilicé como arma incontestable:¡LITERATURA! Ser un libro de literatura o una obra de literatura. El título o la autora que “venían” en la enciclopedia o en mi libro de texto me concedía todas las bulas. Y así pude leer bastantes libros, siempre que fueran aptos para mi edad y siempre que no estuvieran prohibidos.

En vacaciones sí, en verano se alzaba totalmente la veda, y por las tardes yo leía en alta voz para las mujeres del cortijo, mientras ellas cosían. Leyendo en alto hice mi curso particular de entonación-declamación y leyendo leyendo aprendí ortografía y aprendí sintaxis: no había mejor aprendizaje que ver y leer lo escrito. Leyendo leyendo adiviné el significado de las palabras, que se deducía por el contexto. Leyendo leyendo recorrí el mundo. Leyendo leyendo descubrí el placer y viví la libertad. Y leyendo leyendo me zampé Don Gil de las calzas verdes, una de bandoleros, Nada de Carmen Laforet, A orillas del Sar de Rosalía, las completas de Federico… Y leyendo leyendo y más leyendo empecé a reunir mi biblioteca y pude alzarme hacia otros mundos: revividos, recordados o soñados.

Porque la memoria no es siempre recordar lo que ha sido. Los árboles son también seres vivos, algo humano, en su cercanía rememoramos no se sabe qué recóndita memoria genética o cuál otra onírica realidad alternativa. A veces, un grupo de rocas me llaman desde la ignota evocación de una antigua morada, cobijo o madriguera. ¿Con qué sentido percibimos el clamor que nos llega por el olfato, la vista, el oído…? ¿Por qué nos conmueve la poesía, esa aleación de música y palabra?


Y es que, a veces, el leer da en el escribir. Pues hay algo de extranjería y exilio que nos cerca, un hueco de dolor o de júbilo que no puede ser colmado sino con la palabra, la que intenta desentrañar el mundo.

Cuando vi por primera vez a Pablo García Baena, autor de este año 2018, que nos dejó en enero pasado, avanzaba por el pasillo central de un salón lleno de público con varios libros en la mano. Pablo había leído y leía mucho, porque todo le interesaba. Y en su mesa de trabajo también había siempre libros, que unas veces traía el correo y otras releía de entre su biblioteca.

Porque releer es volver al placer, recorrer el trayecto de espacio-tiempo desde un yo que ya es otro. Leer: fascinación, embeleso. Objeto de deseo, refugio, vicio solitario.


Loado sea el libro.



JUANA CASTRO

Poeta





Día Internacional del Libro Infantil 2018




Desde 1967, el 2 de abril, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, el IBBY promueve la celebración del Día Internacional del Libro Infantil con el fin de promocionar los buenos libros infantiles y juveniles y la lectura entre los más jóvenes.


Cada año, una sección nacional del IBBY tiene la oportunidad de ser la patrocinadora internacional del Día del Libro Infantil y selecciona un escritor representativo y a un reconocido ilustrador de su país para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños del mundo y el cartel que se distribuye por todo el mundo, y se promueva la celebración en las bibliotecas, centros escolares, librerías, etc.

Este año le corresponde a la sección de Letonia, que difunde el mensaje de la escritora Inese Zandere (1958) y el cartel del ilustrador Reinis Petersons (1982)




Los libros hacen grande lo más pequeño


Las personas tienden al ritmo y a la regularidad, de la misma forma que la energía magnética organiza las virutas de metal en un experimento de física, de la misma forma que un copo de nieve crea cristales a partir de agua. Ya sea en un cuento de hadas o en un poema, a los niños les gusta la repetición, los refranes y los motivos universales porque pueden reconocerse una y otra vez; dan regularidad a un texto. El mundo adquiere un orden precioso. Aún recuerdo que de niña luchaba conmigo misma por defender la justicia y la simetría, la igualdad de derechos para la izquierda y la derecha: si tamborileaba con los dedos una melodía sobre la mesa, contaba cuántas veces debía golpear con cada dedo para que los demás no se sintieran ofendidos. Solía aplaudir dando una palmada con la mano derecha sobre la izquierda, pero pensé que eso no era justo y aprendí a hacerlo al contrario, con la izquierda sobre la derecha. Por supuesto, este afán instintivo de equilibrio resulta gracioso, pero lo que muestra es la necesidad de evitar que el mundo llegara a ser asimétrico. Tenía la sensación de ser la única responsable de todo su equilibrio.


La inclinación de los niños hacia los poemas y las historias surge, igualmente, de su necesidad de llevar regularidad al caos del mundo. Desde la indeterminación todo tiende hacia un orden. Las canciones infantiles, las canciones populares, los juegos, los cuentos de hadas, la poesía… son formas de existencia rítmicamente organizadas que ayudan a los más pequeños a estructurar su presencia en el gran caos. Crean la conciencia instintiva de que el orden en el mundo es posible y que todas las personas tienen en él un sitio único. Todo fluye hacia este objetivo: la organización rítmica del texto, las series de letras y el diseño de la página, la impresión del libro como un todo bien estructurado. La grandeza se revela en lo más pequeño y le damos forma en los libros infantiles, incluso cuando no estamos pensando en Dios o en los fractales. Un libro infantil es una fuerza milagrosa que promueve el enorme deseo de los pequeños y su capacidad de ser. Promueve su coraje para vivir.


En un libro, los pequeños siempre son grandes, de manera instantánea y no solo cuando llegan a adultos. Un libro es un misterio en el que se encuentra algo que no se buscaba o que no estaba al alcance de alguien. Lo que no pueden comprender lectores de una cierta edad permanece en su conciencia como una impronta y continúa actuando aun cuando no lo entiendan completamente. Un libro ilustrado puede funcionar como un cofre del tesoro de sabiduría y cultura incluso para los adultos, igual que los niños pueden leer un libro destinado a adultos y encontrar su propia historia, un indicio sobre sus vidas incipientes. El contexto cultural modela a las personas, estableciendo las bases para las impresiones que llegarán en el futuro, así como para las experiencias más difíciles a las que tendrán que sobrevivir sin dejar de ser íntegros.


Un libro infantil representa el respeto por la grandeza de lo más pequeño. Representa un mundo que se crea de nuevo una y otra vez, una seriedad lúdica y preciosa, sin la que todo, incluida la literatura infantil, es simplemente un trabajo muy pesado y vacío.



(Texto original: Inese Zandere. Ilustración: Reinis Pētersons. Traducción: Attesor traducciones)


Pueden descargar el folleto en español aquí.