Ya tenemos las obras ganadoras del II Certamen local de Microrrelatos "Villa de Baños de la Encina".
Se han presentado al concurso un total de 21 obras y la relación de ganadores es la siguiente:
Ganador
“El manicomio de las almas perdidas” de Juan Lara Lara
En un antiguo manicomio abandonado, donde el silencio solo era roto por el crujir de las paredes carcomidas, un grupo de amigos jugaban a ser exploradores urbanos, aventurándose en busca de emociones prohibidas.
A medida que se adentraban por los pasillos oscuros y cubiertos de polvo, las sombras parecían cobrar vida, acechándolos desde cada esquina. El aire estaba cargado de una presencia maligna que helaba los huesos.
De repente, un grito desgarrador rompió el silencio, seguido por el sonido de pasos rápidos que se alejaban. El grupo se dispersó sumido en el pánico, cada uno corriendo en busca de una salida que parecía haberse desvanecido.
Una joven se refugió en una sala cerrada, donde una silla de ruedas vacía y oxidada yacía en el centro. Temblando, buscó una salida desesperadamente, pero las puertas parecían haberse cerrado por sí mismas.
Entonces la vio, una figura encorvada sentada en la silla de ruedas con su rostro oculto entre las sombras. Con voz ronca y tenebrosa la figura comenzó a hablar revelando secretos oscuros del manicomio y las almas torturadas que aún habitaban en él.
A medida que la voz resonaba en la habitación, la joven sintió que su cordura se desvanecía, siendo arrastrada hacia la locura que había consumido a los pacientes años atrás.
Cuando el resto de amigos llegaron a la sala la hallaron sentada en la silla de ruedas, con una mirada vacía en su rostro y un susurro escalofriante en los labios.
Finalista
“El baúl de los recuerdos” de Mª Ángeles Herrero Soler
En un tranquilo pueblo, vivían Amelia y Pablo, una pareja de ancianos cuyo amor seguía perdurando desde que eran jóvenes. Sin embargo, con el paso de los años, los síntomas de la vejez empezaban a afectar a Pablo, sus recuerdos se iban borrando poco a poco, como si fueran arrastrados por una marea.
Una tarde, mientras Amelia ordenaba el desván, encontró su viejo baúl. Con nostalgia, lo llevó al salón y lo abrió junto a su esposo. En su interior, los recuerdos cobraban vida, estaba lleno de fotografías, cartas de amor que aún desprendían el latir nervioso de un corazón y objetos que rememoraban su historia.
Para Pablo, sin embargo, aquellos objetos eran un misterio. No reconocía las caras de las fotografías, ni las palabras que él mismo había escrito, luchaba por no caer al fondo, ahogado en un mar de recuerdos olvidados. Amelia, sumida en el dolor, decidió llevar a su marido a navegar juntos, en un viaje entre olas de recuerdos.
Con muchísima paciencia y amor, Amelia le describió con esmero cada momento, cada risa, cada lugar y cada lágrima, las que el pequeño baúl escondía. Recuerdo tras recuerdo pasaba la tarde y en los ojos de Pablo parecía, a veces, asomarse algún destello.
Aunque sus recuerdos se desvanecieran como huellas en la arena borradas por una ola, Pablo conservaba intacto su amor por Amelia. Su fuego seguía ardiendo con la misma intensidad de siempre, en lo más profundo de sus corazones.
Categoría Juvenil I (de 12 a 14 años
Ganador
“La última partida” de Ana María Rumí Sampedro
Con tres años mamá me decía:
- Vamos a jugar a un juego, ¿vale?
Yo, inocente de mí, asentía entusiasmado.
- Pierde el juego el que antes hable.
Me pasaba horas callado, toda la tarde si era necesario, odiaba perder. Con ocho años mamá se inventó uno nuevo:
- Vamos a jugar al escondite, ¿vale? Tendrás que esconderte en el armario y jugar al anterior juego, combinarlos los dos.
Lo extraño de los juegos de mamá era que podían durar días enteros, pero ella y el tío Julián eran unos tramposos, siempre estaban chillando y se oían muchos golpes. Una noche alterada me dijo:
- Artis, hoy tenemos que jugar al silencio y al escondite, es muy importante que no salgas.
Escondido en el armario, escuché un ruido ensordecedor, después escuché sirenas, no pude resistirme más y salí y allí estaban: tres coches de policía y una ambulancia, se llevaban al tío Julián esposado y mamá... A mamá no la veía. Me salté la norma, salí de mi escondite y bajé a la calle. Un agente me vio y me preguntó que quién era le dije que el hijo de mamá, al hombre se le cristalizaron los ojos, inocente de mí no sabía por qué. Más tarde llegó una mujer y me contó que mamá no regresaría nunca más, ella estaba llorando y pronto empecé yo también a llorar.
Hoy cumplo trece años y mañana será el aniversario de la muerte de mamá y ya comprendo porqué se inventaba tantos juegos.
Finalista
“Miedo” de Óscar Briones Sánchez
Muchas gracias a todos los participantes. ¡Os esperamos en la III edición!