Como cada año, el 24 de octubre se celebra en España
el Día de la Biblioteca.
Es una iniciativa promovida desde 1997 por
la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil como
homenaje y reconocimiento a la labor que desempeñamos los
bibliotecarios.
Esta iniciativa nació con el fin de
concienciar a nuestra sociedad de la importancia de la lectura,
especialmente entre los niños y jóvenes y para agradecer y
potenciar la extraordinaria labor de los bibliotecarios y
bibliotecarias. Con esta celebración se quiere reivindicar el papel
de las bibliotecas como una institución cultural básica e
imprescindible, centro de proximidad a la ciudadanía y de espacio de
socialización y de intercambio de ideas, que busca facilitar el
acceso a la información y al conocimiento a todos y todas sin
exclusiones. Un nuevo espacio público del conocimiento, libre y
gratuito, que se hace aún más necesario dentro del nuevo entorno
digital por que busca reducir la brecha entre ricos y pobres en
información.
La ilustradora y autora del cartel de este año es Carme Solé, y el escritor y autor del Pregón homenaje a Ana María Matute es Antonio
Rodríguez Almodóvar.
PREGÓN HOMENAJE A ANA MARIA MATUTE
-¡Ana María, despierta!
El príncipe se quedó contemplándola. Era guapa, el pelo negro, los
ojos grandes, la boca carnosa. Luego la sacudió suavemente, por un hombro.
Insistió: -Vamos, mujer, que ya es hora.
Ana María, solo después de un rato, empezó a moverse. Primero
movió un dedo, luego una ceja, luego entreabrió un ojo.
-¿Y tú... quién... eres? –preguntó, no sin gran esfuerzo.
-¡Soy el Príncipe Azul!
-¿El qué?
-El príncipe... ¿No te acuerdas? Tenemos que amarnos.
-¿Es obligatorio?
-Claro, lo manda la tradición.
-¡Pues entonces vete a hacer gárgaras!
Ana María se giró hacia un lado y volvió a dormirse. El príncipe
quedó sumamente desconcertado. Se incorporó del filo del lecho y se puso a
pasear la estancia.Vio las telarañas del tiempo colgando de los pesados
cortinajes, vio a un par de alabarderos durmiendo de pie, la nariz del uno
apoyada en la nariz del otro. Vio, o mejor dicho, escucuchó la estridente
sinfonía de ronquidos que le llegaban de todas partes de aquel palacio
encantado; ronquidos atronadores de guardianes forzudos, ronquidos
silbantes de cocineros exquisitos, ronquidos trascendentes de capellanes
gordinflones, ronquidos, ronquidos... Como que tuvo que taparse las orejas
para no ser víctima de aquel terremoto sónico... y entonces se dio cuenta:
¡el fuego de la chimenea también dormía! Se acercó, aproximó una mano a
aquellas llamas petrificadas y quedó ensimismado... Luego de un tiempo
incontable, levantó la vista y vio sobre la repisa una hilera de libros.
Eran libros de cuentos, los únicos objetos de aquel lugar que no habían
acumulado polvo ni telarañas. Con un temblique en el dedo índice de la
mano derecha, impropio de todo un príncipe, fue recorriendo los títulos:
Cuentos de antaño, de Charles Perrault, Cuentos de los hermanos Grimm, Cuentos de H. C. Andersen, Cuentos de Ana María Matute...
acumulado polvo ni telarañas. Con un temblique en el dedo índice de la
mano derecha, impropio de todo un príncipe, fue recorriendo los títulos:
Cuentos de antaño, de Charles Perrault, Cuentos de los hermanos Grimm, Cuentos de H. C. Andersen, Cuentos de Ana María Matute...
Al leer este último, el corazón empezó a repicarle. Sacó el libro y lo abrió. Al azar fue leyendo: “Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita.” “La infancia es más larga que la vida”. “El
que no ama está muerto”.
que no ama está muerto”.
Justo al acabar esta frase, cesaron los ronquidos y el fuego de la
chimenea cobró repentina vitalidad. El príncipe se apartó.
-Eso, ahora ponte a curiosear en mis cosas -oyó a sus espaldas.
Levantó un poco más la vista y vio, en el espejo de la chimenea, cómo se
incorporaba en su magnífico lecho una dama todavía más magnífica. Casi
cien años de edad, el pelo totalmente blanco y la sonrisa totalmente pura. -
¿Se puede saber qué día es hoy?
-¿Hoy? -El príncipe no tenía ni la menor idea.
-¡Me acabo de acordar!- Exclamó ella-. ¡Es 24 de octubre, día de la
Biblioteca! ¡No te quedes ahí pasmao, que los niños nos están esperando!
¡Vamos, Príncipe Azul, mueve el culo!
Antonio Rodríguez Almodóvar