Hoy, 24 de octubre se celebra el DÍA
DE LA BIBLIOTECA, creado en 1997 por la ASOCIACION ESPAÑOLA DE
AMIGOS DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL, con el patrocinio del Ministerio
de Educación, Cultura y Deporte con el fin de concienciar a nuestra
sociedad de la importancia de la lectura, especialmente entre los
niños y jóvenes y para agradecer y potenciar la labor de las
Bibliotecas.
El cartel que abre esta entrada está
dibujado por Andrés Rábago, "El roto" que ganó el año
pasado el Premio Nacional de Ilustración y el texto es obra de Laura
Gallego, ganadora en 2012 del Premio Nacional de Literatura Infantil
y Juvenil.
Texto de Laura Gállego:
Érase una vez un viajero que llegó
desde un lugar lejano a un pueblo en el que no había libros. Se
sentó a descansar en la plaza mayor y sacó de su morral un viejo
volumen de cuentos. Cuando empezó a leer en voz alta, los niños,
que nunca habían visto nada semejante, se sentaron a su alrededor
para escucharlo.
El visitante relató historias que
fascinaron a sus oyentes y les hicieron soñar con fantásticas
aventuras en reinos maravillosos. Cuando terminó, cerró el libro
para volver a guardarlo en su morral. Nadie se percató de que, al
hacerlo, escapaban de entre sus páginas algunas palabras sueltas que
cayeron al suelo.
El viajero se marchó por donde había
venido; tiempo después, los habitantes del pueblo descubrieron el
pequeño brote que elevaba sus temblorosas hojitas hacia el sol, en
el lugar en el que habían caído las palabras perdidas.
Todos asistieron asombrados al
crecimiento de un árbol como no se había visto otro. Cuando llegó
la primavera, el árbol exhibió con orgullo unas hermosas flores de
pétalos de papel. Y, con los primeros compases del verano, dio fruto
por primera vez.
Y sus ramas se cuajaron de libros de
todas clases. Libros de aventuras, de misterio, de terror, de
historias de tiempos pasados, presentes y futuros. Algunos se
atrevieron a coger esos frutos, y había un sabio en el lugar que les
enseñó a leer para poder disfrutarlos.
A veces, la brisa soplaba y sacudía
las ramas del árbol. Las hojas de los libros se agitaban y dejaban
caer nuevas palabras. Y pronto hubo más brotes por todo el pueblo; y
en apenas un par de años, los árboles-libro estaban por todas
partes.
Se corrió la voz; muchos
investigadores, curiosos y turistas pasaron por allí para conocer el
lugar donde los libros crecían en los árboles. Los habitantes del
pueblo leían sus páginas con fruición, y cuidaban cada brote con
gran mimo. Y así iban recogiendo más y más historias con cada
nueva cosecha de libros.
Un día, los más sabios del lugar se
reunieron y acordaron compartir su tesoro con el resto del mundo.
Eligieron a un grupo de jóvenes y los animaron a escoger un libro
del primer árbol que había crecido en el pueblo. Después, los
enviaron a recorrer los caminos.
Ellos se repartieron por el mundo,
buscando un hogar para su preciada carga, y así, con el tiempo, cada
uno dejó su libro en una biblioteca diferente.
Y cuenta la historia que allí siguen
todavía. Que hay algunas bibliotecas que guardan entre sus estantes
un libro especial que deja caer palabras-semilla. Y que, si aterrizan
en el lugar adecuado, cada una de esas palabras crecerá hasta
convertirse en un árbol que dará como fruto nuevos libros.
Nadie sabe en qué bibliotecas se
encuentran estos libros maravillosos. Se desconoce también cuáles,
de entre todos sus volúmenes, son los que proceden del pueblo donde
los libros crecen en los árboles. Podría ser cualquiera, y podría
estar escondido en cualquier rincón de cualquier biblioteca del
planeta.
Animaos a entrar en ellas y a explorar
sus estanterías, viajeros; porque quizá deis por casualidad con un
libro cuyas palabras echen raíces en vuestro corazón y hagan crecer
un magnífico árbol de historias cuyas semillas puedan llegar a
cambiar el mundo.
¡Feliz día de la biblioteca!
Laura Gallego